Allí estaba yo, sentada en la mesa de la sala del café expreso de la plaza;
cuando te ví pasar, tu perfume se hizo sentir.
Por primera vez yo te miraba y me perdí en tu sombra.
Me sacudió la sensación de volverte a mirar
un poco más profundo quizás,
esta vez hubo cruce de miradas, que sensación más divina.
Te confieso que me dejaste débil,
perdía la respiración y a su vez me temblaba el cuerpo.
Sobreviví al suspiro que debía disimular,
sonrojada o no sentí deseos de besarte;
de sentir tus labios rosar los míos.
Y fue el deseo, muy bien lo sé,
el que me hizo estar al mismo tiempo en la misma esquina que tú.
Sentí tu respiración al verso de mi cuello,
me estremeciste de pies a cabeza.
Por Dios santo que el corazón me va a estallar,
me da miedo voltear y amanecer en tus brazos sin poderte tener.
Me abrazas tan fuerte que ya te siento muy dentro de mi.
No aguanto, juro por Dios que no aguanto.
Es momento de voltear, y me lleno de fuerzas para hacerlo
Porque en mí también está el miedo.
Y ahora, a donde te fuiste? que al voltear desperté y abrí mis ojos.