Por cada momento malo o feo, ganamos una experiencia. Pero se pierde una satisfacción.
Por cada momento bonito o chevere, ganas una satisfacción. Pero pierdes una frustración.
La frustración no es dañina, nos enseña a luchar. La frustración duele, pues es una batalla no muy bien ganada. Te agota todo el cuerpo, te desvanece, y si te ves en un espejo como luchas para salir de ella, te das cuenta que eres un guerrero. Que si te dejas vencer, es porque luchas sin ver tu reflejo, sin ver la persona, el ser y cuerpo que constantemente trabaja hasta agotar las opciones.
Te derrumbaste, si. Pero como la vida continua, te levantas y la frustración más deprimente te da fuerza para levantarte, y ahí es cuando ganas.
No te pierdas en la frustración y vive en este trio de emociones bipolares, que te dan alegrías y tristezas al mismo tiempo. Es parte de la complejidad de la vida.
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